miércoles, 26 de septiembre de 2012

Ek Ahau o Ek Chauh: El Ego animal, en los Códices Mayas



En los Códices Mayas encontramos a Ek Ahau o Ek Chauh que aparece armado de un arpóno de un hacha. De él se dice que era un guerrero gigante, sanguinario y terriblemente cruel, que comandaba una banda de “siete entidades negras”, como él mismo. 
         
Se caracteriza por su color negro, el labio inferior caído y las dos líneas curvas a la derecha de su ojo. Su jeroglífico es un “ojo negro”. Llamado también el “Capitán Negro”, es en realidad, el Ego y sus siete negros secuaces, las “siete cabezas de legión” que  mencionan las Enseñanzas de los Libros Sagrados, que conocemos como los “siete pecados capitales”; ira, orgullo, pereza, codicia, lujuria, gula y envidia. 
         
“El Ego o el “Yo”, “lo que soy yo”, está constituido por una serie interminable de odios, temores, preocupaciones, pasiones, temeridades, chismografías, depresiones, tristezas, angustias, asesinatos, robos, adulterios, fornicaciones, etc., etc.” 
         
“Estos elementos eran llamados “apéndices” o “agregados” por las antiguas culturas, porque consideraban que son algo ajeno a la verdadera naturaleza, al auténtico SER del Hombre”. 
         
“El auténtico SER es Eterno y Universal, mientras que el “Yo”, es esclavo de sus propias 
limitaciones, del tiempo, de sí mismo, etc. 
        
 El SER se expresa a través de los “Valores de la Conciencia”, que son un conjunto de “virtudes”: amor, generosidad, bondad, caridad, altruismo, veracidad, sencillez, templanza, sabiduría, felicidad… 
         
“Sin embargo, esta expresión de la Conciencia, como podemos tocarlo, palparlo, percibirlo en la vida práctica, es obstruida por los múltiples “Yoes” que condicionan u acción; por ejemplo, la sinceridad es obstruida por los “Yoes” de la mentira; la humildad está embotellada en los “Yoes” del orgullo; el amor es sustituido por el odio; la valentía por el miedo o la temeridad; la serenidad y la paz interior, por las preocupaciones, las ansiedades y los  temores. Y así sucesivamente .

jueves, 20 de septiembre de 2012

El Andrógino





Nos complace informarles a nuestros cultos lectores, que existe una ciencia conocida con el nombre de Alquimia Sexual. En esta ciencia deben intervenir para su real éxito dos principios: el masculino y el femenino.  Estas son las dos naturalezas de las que nos hablaron los sabios, que tienen forma semejante, pero de propiedades contrarias.  
        
De la unión del principio masculino con la virtud femenina, consumada según ciertas reglas secretas, como por ejemplo, no eyacular el “Ens Seminis”, proviene aquella doble naturaleza, materia mixta que los sabios han llamado “andrógino”, su hermafrodita o “Espejo del Arte”. Esto está representado por la pareja unida sexualmente.  
         
De esta unión divina se origina la transmutación de la fuerza sexual en energía creadora. Esta energía se bipolariza a la vez en positiva y negativa, que son los átomos solares y lunares que ascienden por los Nadis conocidos con los nombres sánscritos, Idá y Pingalá; esa energía creadora es la base y fundamento de nuestra salvación o liberación 
final. 
         
Hemos de anotar que esa materia venerable, de la cual se dice de manera generalizada, que jamás ha sido designada, hoy que estamos estudiando el Levítico XV, podemos afirmar, que por el contrario, muchas obras lo nombran y todas lo describen. Pero si se cita entre los buenos autores, no podríamos sostener que sea subrayado o mostrado de forma expresa; incluso a menudo se encuentra clasificada entre los cuerpos rechazados como impropios o extraños a la Obra. Este es un procedimiento clásico del que los Adeptos se sirvieron para apartar a los profanos y ocultarles la entrada secreta del Jardín del Edén, el sexo. 

Recordemos que los alquimistas no vinieron a perder el tiempo con el Hombre Exterior, porque la Alquimia Sexual es del Hombre Espiritual… 

domingo, 16 de septiembre de 2012

Vestigios Vivientes de Civilizaciones Solares



Los vestigios vivientes de las Civilizaciones Solares Indo americanas ofrecen en su profundidad artística un sentido gnóstico que definitivamente escapa a la interpretación literal y que nunca ha tenido un sentido explicativo de índole exclusivamente intelectual. 
     
 El racionalismo especulativo en vez de enriquecerlas, las empobrecen lamentablemente, ya que las estelas o monumentos gnósticos, se orientan siempre hacia el Ser. Y en esa expresión exquisita del Arte Regio Gnóstico se presentan una serie de invariantes extraordinarias, símbolos con fondo esotérico trascendental que en silencio dicen mucho. Bien saben los Divinos y los humanos que el silencio es la dialéctica de la Sabiduría. 
        
Estos Monumentos Solares encierran la Gnosis de los grandes Misterios arcaicos; ellos expresan el dinamismo revelador del Ser que los artistas regios mayas, aztecas, agustinianos, incas, tiahunacos, etc., lograron plasmar debido a su Conocimiento trascendental. 
         
Incuestionablemente, sin una previa información sobre Antropología Gnóstica sería algo más que imposible el estudio riguroso de estas piezas antropológicas de las civilizaciones solares de Indo América. En cada una de estas piezas arqueológicas se conjuga maravillosamente la ciencia, la filosofía, el arte y la religión; en todo esto no 
tiene acceso los normales análisis del racionalismo subjetivo…