jueves, 20 de septiembre de 2012

El Andrógino





Nos complace informarles a nuestros cultos lectores, que existe una ciencia conocida con el nombre de Alquimia Sexual. En esta ciencia deben intervenir para su real éxito dos principios: el masculino y el femenino.  Estas son las dos naturalezas de las que nos hablaron los sabios, que tienen forma semejante, pero de propiedades contrarias.  
        
De la unión del principio masculino con la virtud femenina, consumada según ciertas reglas secretas, como por ejemplo, no eyacular el “Ens Seminis”, proviene aquella doble naturaleza, materia mixta que los sabios han llamado “andrógino”, su hermafrodita o “Espejo del Arte”. Esto está representado por la pareja unida sexualmente.  
         
De esta unión divina se origina la transmutación de la fuerza sexual en energía creadora. Esta energía se bipolariza a la vez en positiva y negativa, que son los átomos solares y lunares que ascienden por los Nadis conocidos con los nombres sánscritos, Idá y Pingalá; esa energía creadora es la base y fundamento de nuestra salvación o liberación 
final. 
         
Hemos de anotar que esa materia venerable, de la cual se dice de manera generalizada, que jamás ha sido designada, hoy que estamos estudiando el Levítico XV, podemos afirmar, que por el contrario, muchas obras lo nombran y todas lo describen. Pero si se cita entre los buenos autores, no podríamos sostener que sea subrayado o mostrado de forma expresa; incluso a menudo se encuentra clasificada entre los cuerpos rechazados como impropios o extraños a la Obra. Este es un procedimiento clásico del que los Adeptos se sirvieron para apartar a los profanos y ocultarles la entrada secreta del Jardín del Edén, el sexo. 

Recordemos que los alquimistas no vinieron a perder el tiempo con el Hombre Exterior, porque la Alquimia Sexual es del Hombre Espiritual… 

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