martes, 5 de junio de 2012

BOTELLA ESCULTÓRICA REALISTA, REPRESENTANDO A MUJER AMAMANTANDO A INFANTE. CULTURA MOCHICA. MUSEO LARCO, LIMA PERÚ


Para el Gnosticismo, esta pieza de la cultura mochica simboliza al Eterno Femenino. 

El V. M. SAMAEL AUN WEORdice sobre la mujer: “Obviamente, la mujer ha sido elegida para la santa predestinación: ¡la de ser madre! Ser madre, en realidad de verdad, es un sacerdocio de la Naturaleza, un sacerdocio divino,  inefable. Una madre merece entera veneración de todos los seres que pueblan el Universo. 

En la Doctrina Secreta de Anahuac, se rinde culto a las mujeres que mueren de parto. Incuestionablemente, ellas son verdaderas mártires. Se nos ha dicho pues, en Nahuatl, que ellas van, no al Mictlan como suponen algunos, sino al Tlalocan, es decir, el Paraíso de Tláloc. Aunque ustedes piensen que son doctrinas de nuestros antepasados y que hoy en día somos muy "cristianos" y no podemos ya volver atrás, la cruda realidad de los hechos es que tal afirmación de los Adeptos Nahuas, o Zapotecas, o Toltecas, reposa sobre bases muy 
serias. ¿Con qué derecho nos atreveríamos nosotros, por ejemplo, a refutar la doctrina de nuestros antepasados aztecas, si nosotros mismos devenimos de ellos? ¿O es que creemos acaso que los españoles fueron más sabios que nuestros antepasados de Anahuac?... Bien sabemos que no, antes bien, ellos vinieron a destruir una cultura: estuvieron quemando en la plaza pública todos los códices antiguos y privaron al mundo de ricos tesoros esotéricos. Afortunadamente, unos cuantos códices se salvaron y les han permitido a los grandes historiadores mexicanos, a los grandes antropólogos, reconstruir parte de la historia antigua.”
         
“El Tlalocan, el Paraíso, es una realidad. Se ha dicho que las mujeres que mueren de parto, y así se afirmó en forma enfática en los tiempos idos, ingresaban al Paraíso de Tláloc... Lo merecían porque habían dado su vida por la Naturaleza. Habían muerto en el cumplimiento de ese gran sacrificio, cual es el de ser madres; habían cumplido con su misión. 

La mujer ha nacido para esa santa predestinación. Cuán grande es la dicha que siente la madre que lleva a su niño en sus brazos, que lo alimenta con sus pechos, que le brinda su amor. Ella, en ese momento está haciendo el papel que hace la Gran Madre Natura con todos sus hijos. Es una verdadera sacerdotisa que merece todo respeto y gran veneración.” 
        
 Indubitablemente, la cultura mochica, como todas las culturas antiguas reverenció al Eterno Femenino…

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