jueves, 31 de mayo de 2012

JESÚS ARROJANDO A LOS MERCADERES DEL TEMPLO


Los Libros que componen el Nuevo Testamento, tanto los Evangelios como las Cartas de los Apóstoles, insisten en la Transformación del hombre. 

Jesús de Nazareth da una serie de indicaciones maravillosas dirigidas a la Conciencia, como por ejemplo, el "Sermón de la Montaña", que el Ego jamás podría seguir; que es la Enseñanza de la Eliminación del Ego, de la "erradicación" del mal en nosotros. 

Desafortunadamente muchas de esas Enseñanzas no se encuentran al alcance del entendimiento de la gran mayoría de la humanidad, pues están vedadas tras la parábola, la metáfora, la alegoría; lenguaje exclusivamente del Hombre Interior, de la Conciencia Superlativa del SER, no entendible para el Hombre Exterior (la Personalidad) 

Cuando estudiamos la Antropología del Ego. encontramos que Jesús, "El Hijo de Dios", El Cristo, representa las Fuerzas del SER. Cuando expulsa a los Mercaderes del Templo, o cuando echa fuera a los demonios de un poseso, significa que las Fuerzas del SER expulsan del interior del hombre a sus propios: demonios, los ''Yoes''. 



''Y entró Jesús en el Templo de Dios, y echó fuera todos los que vendían y compraban en el Templo, y trastornó las mesas de los cambiadores, y las sillas de los que vendían palomas. Y les dice: "Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada, mas vosotros cueva de ladrones la habéis hecho". (Mateo 21,12-13). 

Nosotros "somos el Templo de Dios" (1 Corintios 3, 16). Y los Mercaderes el Templo son nuestros defectos de tipo psicológico. Es muy significativo que en la alegoría éstos comercien con palomas, emblema del Espíritu Santo, que es la Fuerza Sexual. Los ''Yoes'' ciertamente comercian, desgastan, profanan constantemente esta grandiosa Fuerza. Nos hemos convertido en "una cueva de ladrones" en donde moran los enemigos del SER y el Cristo: portador de las fuerzas salvadoras, debe transformamos en "Casa de oración", habitación del Dios Vivo.

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