miércoles, 30 de mayo de 2012

LA SALIDA DEL EDÉN

Y había Jehová Dios plantado un huerto en el Edén al oriente, y puso allí al hombre que había formado; y había Jehová Dios hecho nacer  de la tierra a todo árbol delicioso a la vista y bueno para comer; también el árbol de la vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal”. 
             
El Edén es el mismo sexo. En el Edén están los dos árboles: el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. El árbol de la vida es la médula espinal. El árbol de la ciencia del bien y del mal es la fuerza sexual.  
         
”Y mandó Jehová Dios al hombre diciendo: de todo árbol del huerto comerás, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal, no comerás de él; porque el día que de él 
comieres, morirás”.  
           
El hombre y la mujer nacieron para amarse. 

“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y allegarse a su mujer, y serán una sola carne. Y estaban ambos desnudos, Adam y su mujer, y no se avergonzaban porque aún no habían comido del fruto prohibido, delicioso a la vista y agradable al paladar”.  
         
Ese fruto prohibido es el sexo. Empero, la serpiente del instinto sexual era astuta y dijo a la mujer: “Con que Dios os ha dicho: no comáis de todo árbol del huerto”. Y la mujer respondió a la serpiente: “Del fruto de los árboles del huerto comemos, mas del fruto del árbol que está en medio del huerto, dijo  Dios: “No comeréis de él, ni lo tocaréis, para que no muráis”. Empero, la serpiente del instinto sexual sedujo a la mujer diciéndole: “Mas sabe Dios que el día que comiéreis de él serán abiertos vuestros ojos, y seréis como dioses sabiendo el bien y el mal”. 
           
En el Edén los seres humanos eran inocentes porque aún no habían fornicado. Los hombres y mujeres del Edén comían los frutos del árbol de la vida, y los cuatro ríos de las aguas puras de vida nutrían a las raíces de los árboles del huerto. 
             
Los hombres y mujeres del Edén gozaban de  las delicias del amor entre los bosques profundos de un viejo continente que llamaban Lemuria.  
           
 ”Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido; él comió así como ella”. 
             
”Y fueron abiertos los ojos de entre ambos, y conocieron que estaban desnudos. Entonces cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales”. 
             
Así fornicaron y sacoles Jehová Dios del Huerto del Edén. “Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto del Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía a todos lados para guardar el camino del árbol de la sabiduría”. 

“El hombre perdió sus poderes divinos cuando violó el sexto mandamiento de la Ley de Dios, que dice: “No fornicar”. 
             
En los tiempos antiguos los hombres y las mujeres eran verdaderos magos que tenían poder sobre el fuego de los volcanes, sobre el viento y los huracanes, sobre las tormentas del mar y sobre los grandes terremotos.  
            
Cuando el hombre fornicó tuvo que trabajar con dolor porque perdió sus divinos poderes, y cardos y espinas le produjo este valle de amarguras.  
      
Antiguamente, cuando el hombre no había salido del Edén, el acto sexual sólo se verificaba dentro del recinto sagrado de los templos de misterios bajo la dirección de los ángeles. Así nacían hombres y mujeres puros entre las espesas selvas de la Lemuria.  
         
Aquéllos que desprecian al sexo rechazan al Edén. Los infrasexuales dicen que al sexo no hay que darle ninguna importancia, así les  cierran las puertas del Edén a las almas débiles. "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!, porque rodeáis el mar y la tierra por hacer un prosélito, y cuando fuere hecho, le hacéis hijo del infierno doble más que vosotros." Decir que el sexo, no tiene importancia es renunciar al Edén, porque este es el mismo sexo. Existen muchos que miran con asco al sexo, ignoran estas pobres almas que este es la puerta del Edén. 
         
Esas pobres almas no quieren entrar por la puerta estrecha, esas almas renuncian al paraíso y se hunden entre el abismo. Al Edén no se puede entrar sino por la puerta por donde salimos: el sexo; el que desprecia esa puerta estrecha y difícil no entrará por ella y se hundirá en el abismo. Los infrasexuales hacen terribles esfuerzos por alejarnos de esa puerta. Con justa razón el Cristo dijo: "De mil que me buscan uno me encuentra, de mil que me encuentran uno me sigue, de mil que me siguen uno es mío". 
         
El intelecto es el arma que los infrasexuales usan para alejarnos de las puertas del Edén. Los infrasexuales suelen tener intelectos chispeantes, desprecian al sexo y son fornicarios, terriblemente malvados e hipócritas. 
         
Lo más grave es la apariencia de santidad con la que se revisten los infrasexuales; hablan a la luz de los Evangelios de amor y de caridad, se presentan llenos de aparente humildad y luego dicen que el sexo no tiene importancia, que es bajo y grosero, que ellos buscan la más pura espiritualidad. Así le cierran las puertas del Edén a la pobre humanidad. “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!, porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; que ni vosotros  entráis ni a los que están entrando dejáis entrar.” 

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